
De manera ideal pensamos que la arquitectura debería parecerse a la naturaleza y más cuando el lugar sobre el que se actúa es objetivamente bello. La experimentación con propuestas para redefinir y adaptar un lugar a nuevas necesidades nos obliga a preservar su esencia. Para dar respuesta a las irregularidades de un perímetro, de la topografía y a las situaciones de límite entre el paisaje natural y el casco consolidado se procede con geometrías que se estructuran sobre tramas de líneas giradas 60 grados. Dichas tramas de base triangular permiten afrontar con agilidad situaciones inesperadas que surgen de la irregularidad de los contornos y topografías. La geometría utilizada remite a las formas de los cristales que se forman en la naturaleza y supone un patrón con múltiples opciones de crecimiento.